Deambulaba por el centro comercial como alma en pena. No soy un aficionado a estos sitios. Es más: los odio, porque están llenos de gente, por el infernal hilo musical (que para mí tiene mensajes subliminales para que compremos más) y la decoración Navideña tan propia de estas épocas. Pero había quedado en comprarle algo a Lentillas por su cumpleaños no oficial de más tarde. Era un hombre con una misión y estaba dispuesto a llevarla a cabo.
Eso sí, me estaba costando horrores concentrarme en los escaparates. No dejaba de pensar en todo lo pasado el día anterior con Huracán. Yo ya no estaba enfadado con ella, bueno, un poco sí, pero no lo suficiente. Y habría que arreglar las cosas de alguna manera. Pero no me hizo falta quebrarme más la cabeza. Me sonó el teléfono y era ella, desde el Hospital.
– Hola – Dije en un tono neutro. No sabía por qué derroteros transcurriría la conversación.
– Hola… – un par de segundos de silencio. Parece que no, pero dos segundos de silencio son muchos.
– ¿Estás muy liada? – Pues claro que no lo está… ¿no te está llamando?
– No, ahora estoy en un descanso…
– Ah… Bien…
– Sr K…
– ¿Sí?
– Lo siento… fui muy egoísta… ¿Podrás perdonarme? – Su voz sonaba emocionada al otro lado de la línea.
– Claro que sí, tonta… pero no vuelvas a hacérmelo… me sentí un idiota integral… y ya sabes lo mucho que me molesta sentirme idiota…
Ella se siguió deshaciendo en disculpas y, bueno, siempre he sido un tío blando. Así que oficialmente ya no estaba enfadado y quedé en ir a recogerla sobre las 10 al hospital, para ir juntos al cumpleaños de Lentillas. Y eso no era negociable.
Huracán y Lentillas se conocen. No han coincidido en muchas ocasiones, en ninguna desde antes del verano, pero se conocen. Sobre todo por lo que yo he contado de la una a la otra. Pero decir que son “Amigas” sería exagerar mucho. Lentillas tiene una idea muy particular de Huracán (me la expresó en la parte de atrás de la furgoneta en Francia). No es que le caiga mal, pero cree que me terminará haciendo daño. Y por el otro lado, Huracán sabe lo suficiente de mi relación con Lentillas (aunque no todo) como para suponer que no me perdería por nada del mundo la fiesta de la noche.
Al final terminé comprándole a Lentillas una pequeña agenda y una estilográfica a juego. Un pequeño detalle, la verdad. Una chorrada de regalo, en absoluto a la altura de otros años, pero tampoco he tenido tiempo de preparar algo especial. Hay que ver el tiempo que quita una novia…
El reencuentro con Huracán se puede resumir en un par de palabras: Dos minutos. Un beso de dos minutos. Un beso de dos minutos a la puerta del hospital. Sólo faltó una cámara grabándolo todo, dando vueltas a nuestro alrededor. La escena podría haber sido muy idónea para una comedia romántica navideña, con los árboles de la avenida decorados con luces de colores, y un Feliz Navidad suspendido en la calle. Y nosotros echando chispas.
– Te quiero.- Dijo Huracán
– Y yo a ti – Dije yo.
Y nos fuimos al bar donde Lentillas celebraba (extraoficialmente) su cumpleaños. Oficialmente habíamos quedado por casualidad… como el que no quiere la cosa. Para no variar últimamente llegábamos tarde.
Lentillas estaba espectacularmente guapa. Normalmente está precisa, pero el viernes era algo de otro mundo. Y eso que sólo llevaba unos vaqueros y una camisa negra, muy escotada y sensual… pero es que la percha hace mucho. Cuando Lentillas está contenta se nota. Para empezar no puede evitar sonreír todo el rato, con esa sonrisa dulce que tiene. Y sus enormes ojos azules brillan con una intensidad especial. Tanto, que se podría leer sin problemas la menuda letra de La Biblia en el cuarto más oscuro de los cuartos oscuros, negros como boca de lobo.
– Estás preciosa – Le dije, tras un fuerte abrazo y dos cálidos besos en la mejilla. Hacía tiempo que no nos veíamos.
– Gracias. Te has vuelto a cortar el pelo. Estás muy guapo.
– Cariño… háztelo mirar, que estás perdiendo vista con el paso de los años…
Vino Ironmán a saludarnos y le estreché la mano fuertemente. Como se saludan los hombres. Huracán repartió besos y se me agarró a la cintura (me pareció curioso el detalle) mientras hablábamos con ellos. Nada del otro mundo, que tal esto y lo otro, el nuevo trabajo… lo normal. Lentillas se fue a atender a otros invitados y yo busqué con la vista a Almanzor y los demás amigos míos. Estaban en un rincón, junto a un plato de croquetas. Mi estómago pedía a gritos algo que comer. Así que Huracán y yo nos fuimos con ellos.
Me fijé en la decoración del Bar, apuntando mentalmente cosas que me habían gustado. Una de las cosas que quiero hacer en no demasiado tiempo es abrir un bar. Mi amigo Escarabajo lo comentó una noche y no me pareció mala idea. Escarabajo, Almanzor y el Señor Capullo abriendo un bar. Un bar para gente de nuestra edad, donde se pueda charlar y tomar una copa. Con buena música (y no lo que ponen hoy en día) y, a ser posible, con actuaciones en directo y cosas así. Ya tenemos la idea… ahora sólo falta encontrar algo que podamos pagar y dar el salto…
Aunque en principio no se trataba de una fiesta de cumpleaños, le cantamos el cumpleaños feliz a Lentillas, principalmente para que se avergonzara un poco (no le gusta destacar y el que un montón de gente, desconocidos incluidos, le canten el cumpleaños feliz de voz en grito, le avergüenza mucho). Le di la mierda de regalo que le había comprado y le gustó. Aunque no podría decir otra cosa.
A una determinada hora retiraron las mesas y el bar se transformó en un bar de copas. Incluso salieron dos gogós ligeritas de ropa (más sosas que una despedida de soltera de una numeraria del Opus) y dos saxofonistas en prácticas (supongo yo, por lo mucho que desafinaban), para animar la fiesta (me apunté mentalmente no contratar nunca a dos saxofonistas en el bar y, sobre todo, que las gogós movieran, aunque fuera un poco más que estas, las caderas). Mientras los demás bailaban (Almanzor me hizo bien la cobertura bailando con Huracán), Lentillas y yo hablamos de muchas cosas que teníamos pendientes. Entre otras, lo ocurrido el jueves por la noche.
Nos marchamos a las dos y media, en el momento álgido de la fiesta. Pero es que como proceso de reafirmación masculina (el porque yo lo valgo pero para hombres) había decidido pasar la mañana del sábado por mi cuenta, sin contar con Huracán. Para más INRI ella no trabajaba y habría sido una gran oportunidad para reconciliarnos del todo. Pero necesitaba que me echase un poco más de menos y que me viera capaz de renunciar (aunque fuera momentáneamente) a sus lunares. Así que me había apuntado a una jornada montañera en compañía de mis amigos los barbudos. Toda la mañana subiendo y bajando montañas, caminando entre árboles frondosos y sintiendo el viento frío en la cara, con el gorro bien calado hasta las orejas y la mochila a la espalda. Volver a mis orígenes.
La parte negativa era que tendría que levantarme a las 7:30 de la mañana. La parte más negativa todavía era que, entre llevar a Huracán a su casa y preparar la mochila, no dormiría más de cuatro horas. Pero la reafirmación masculina tiene estos sacrificios.
Me levanté. Llegué al punto de reunión. Anduve más de seis horas. Ascendí a tres de las cumbres más altas de la región y bajé otras tantas. Disfruté de un espectacular mar de nubes y de un frío sol. Respiré aire puro y me moví más por voluntad que por fuerza, por el cansancio acumulado después de dos días de poco dormir. Y volví, sano y salvo…
Para quedarme dormido como un bebé hasta la mañana siguiente acurrucado y calentito junto a (una aburrida) Huracán.
Es curioso lo que cuesta a veces el imponer el espacio y el territorio de cada uno en una pareja, y lo que nos empeñamos en hacerlo. Y a veces ese espacio es completamente secundario. Pero tiene que estar. Por huevos. Lo peor es ese por huevos. A ver cómo sigue
Me encanta tu historia con Huracan,capullito lindo. Me estoy aficionando.Me gusta lo que cuentas, y tu manera de contarlo. A veces creo que no hay ni que hacer comentarios. Solo leerlo y disfrutarlo.Aquí te dejo uno, para que sepas que aunque a veces no escriba nada , no me pierdo ni un capítulo y disfruto felíz con esa fábula tan divertida y tierna que es tu historia de amor con Huracán- Besitos .
Dí que sí, sr. K (que ya he visto que te has llamado así en este post, ya era hora…), con dos cojones, porque tú lo vales… 😉
Apuesto a que Huracán te echó de menos el sábado, y apuesto a que a Lentillas le encantó la agenda porque se la regalaste tú.
A ese bar tengo yo que ir!!!!! Por favor, invitadme a la inauguración!!!!
Ahora en serio, es bueno tener una parcela en la que la pareja no sea la protagonista, te lo digo yo. No cedas en eso.
Un beso, sr. K.
No tengo muy claro que con todo esto hayas reafirmado tu espacio. Esta bien lo de no negociar lo de la fiesta de cumpleaños; mucho mejor, o no, está el irte con los amigos de paseo dominguero por las montañas soñadas, pero, joder…. lo de dormirte en su regazo tiene delito. Como a base de regalos quieras tenerla contenta, te va a salir un rato caro. ja ja ja. Espero impaciente el segundo capítulo. Un abrazo.
Pat, creo que el espacio debe de existir. Es importante. Pero no tiene que ser por huevos. Debe de salir espontáneamente. Eso sí, tampoco está bien una pareja que anda cada cual por su lado…, no?
La Gradisca, sencillamente gracias. Escribe algún comentario de vez en cuando, para saludar.
Bloody, siempre, desde mi más tierna infancia, he sido el Sr K. Sólo que algunos se han empeñado en usar otros nombres. Señor Capullo me gusta… tiene clase. Y es llamativo… Cuanta con que si hacemos lo del Bar, habrá inauguración por todo lo alto. Sólo con mis amigos y conocidos teneos asegurado el lleno absoluto… eso sin contar con la gente de la Comunidad (que a buen seguro se apuntarán a la voz de "Cerveza gratis!")
Jose Ignacio, te aseguro que hice lo imposible por mantenerme despierto… pero 8 horas de sueño en dos días, una ducha caliente y "Sentido y sensibilidad" en el DVD son pruebas difíciles para un hombre… pero la compensé… créeme.
A tí todavía te gusta Lentillas… ummmmmm , aunque sea un poquito, yo soy algo bruja para estas cosas… (y para muchas otras jejje)
Eso mismo dice Almanzor.
Gustar no es la palabra. La palabra es Querer. No hay que ser muy bruja para darse cuenta de que siento un cariño muy especial por ella (no es por quitarte mérito brujeril, Anita). Ya no sólo porque estuve enamorado durante mucho tiempo (que eso influye), sino porque es una mujer excepcional en todos los sentidos. Y porque es una gran amiga (me lo ha demostrado muchas veces).
mmmmmmmmmmm, estoy meditando todavía al respecto………ya conmentaré. Es que es pelín intenso el post……….hablas de muchas cosas q quiero comentar y no tengo tiempo!!! besitos de mientras vuelvo.
PD. te dejé en el blog de corsgentil un post paraa ti.
JAJA, sí, está claro, pero no quería decirlo tan abiertamente… pues ya puestos a sincerarnos, a mí no me gusta Huracán… (ya, ya sé que a quien le tiene que gustar es a tí, pero, no sé, yo creo q te va a dar disgustos, es que he estado consultando mi bola mágica… jeje)
Sí, me salió un poco largo… pero es que pasaron muchas cosas el fin de semana. Todavía no he contado lo que pasó el domingo… así que hazte una idea.
Ya he visto lo del lenguaje secreto de las mujeres. Estoy pensando una respuesta ingeniosa. Me esperaba en el punto 11 lo de "Sí cariño, vamos a ver a tus amigos".
Anita… no digas eso, mujer. Huracán también es una mujer excepcional. Lo único que pasa es que suelo contar más las cosas "malas" que las "buenas"… y así pasa, que tiene mala imagen (y porque de esa manera me quito competencia)
A mí, y sin que eso pueda ofender a nadie, el que me parece maravilloso es el señor K, no tiene parangón, sabe ver, comprender, analizar, aguantar chaparrones y aceptar lo que hay, perdonar y tirar pa»lante. No creo que tengamos mucho que enseñarte pero si que aprender, eres grande. Y por eso estamos enganchados a tí y si te viéramos y tratáramos nos parecerías un tío estupendo y te querríamos también. No sé si quererte es posible a través del blog pero lo vamos a intentar. un beso fuerte.
Ole, ese comentario de clotilde!!!
Cloti, a mí también me parece maravilloso ese tal Señor K al que te refieres… sobre todo por todas esas cualidades que dices que posee. El Señor K que yo conozco es un poco más mundano… hace lo que puede y casi nunca se entera de nada. Mete la pata constantemente y, bueno, las mujeres hace lo que quieren con él…
Pero en algo estoy de acuerdo. Si conocieras al Señor K, al mío, no al que tu te refieres, te caería bien, porque no es mal tipo.
Un beso
Y otro para ti, Anita…
Jeje … Café y bollos …. Ahora entiendo mucho de lo que cuentan de tí … volveré
33p es así habitualmente o es que tiene algo contra los diablos ? En fin, no me extraña de que últimamente algunos se quejen de que la educación y las buenas formas se han perdido …. 😉
Quiero destacar:
Te pareció curioso que te agarrara de la cintura… ¿por qué?
Pasharati, creo que todo ha sido un malentendido. Creo que es una pena que haya decidido irse porque a mí me gustaba como escribe 33P. A ver si lo podéis arreglar de alguna manera. Por lo demás no sé lo que se dice por ahí de mí… pero espero que no sea casi todo malo.
Bombilla, me pareció curioso porque ella no es muy dada a ese tipo de gestos cuando estamos con más gente. No es que estemos cada uno por nuestro lado, que no es eso, pero no suele tener ese tipo de comportamientos. Por eso me resulto curioso. Eso sí, no digo que fuera un gesto posesivo, ante las muestras de cariño de Lentillas, porque Huracán sabe que nos profesamos mucho cariño los dos.
Preciosa manera de explicar esos movimientos tuyos por la vida… te sigo leyendo. Un beso.
Gracias.