Hasta hace poco llevaba el pelo largo, como habéis podido ver en la foto en la que emulo a Jack Sparrow del último post (esto no lo digo yo, es lo que opina Anadice en uno de sus comentarios). Me lo dejé largo por llevar la contraria a mi antiguo jefe, un tipo especialmente intolerante, que no veía bien mis frecuentes barbas desaliñadas y mis pelos. Pero es que, pa chulo yo, y cuando después de un par de meses en los que no había podido ir a la peluquería, me vino con cinco euros en la mano diciendo “Oye, que si es por dinero, te pago yo el corte de pelo”. Me sentó muy mal. Y no me lo corté. Si se hubiera estado callado un par de semanas, me lo habría cortado… pero volvía con lo mismo cada poco tiempo. Y yo seguí sin ir a la peluquería, mes tras mes…
Mi pelo es muy especial… lo tengo fuerte y rizado y no está indicado para llevarlo largo. Principalmente en esos eternos meses que van desde que está corto hasta que puedes hacerte una coleta. Porque me da el aspecto muy “Afro”, muy al estilo de los Jackson Five… o para usar un símil más moderno, sería como el tipo ese del 11 8 11. O sea, un poco antiestético. Pero por llevar la contraria a mi jefe, aguanté eso estoicamente. Hasta que creció lo suficiente para que la gravedad lo aplanara un poco… y un poco después, lo suficientemente largo como para hacerme una coleta.
Mi peluquero era un tipo peculiar, de opiniones muy de facha, pero con una gran habilidad con la cuchilla y con la tijera. Le olía el alerón un poco demasiado, aunque entre lo bueno y lo barato que era, se le perdonaba. Pero cuando se me “abrieron las puntas” y necesité un “saneamiento”, no creí que este tipo pudiera ayudarme… con un pelo de chica, había que ir a una peluquería de chicas. Y cambié mi peluquero facha por la peluquera de Morcillita.
Me introduje en el fascinante mundo de “las capas”, de la “Crema suavizante” y de la “mascarilla”, pasando por el inevitable “acondicionador”. Me lo cepillaba a diario, para evitar los desagradables “nudos”, ya que al tener el pelo tan rizado, se me enredaba con sólo mirarlo. Así que, cada vez que me lo lavaba, tenía un largo ritual de cuidado capilar. Pronto la coleta se convirtió en seña de identidad y marca corporativa del Sr K, algo incomprensible teniendo en cuenta que no le gustaba nada a Lentillas, que insistía en que me lo cortara…
Pero cada vez que iba decidido a cortármelo, mi peluquera me hacía cambiar de opinión. Me decía: “Qué pena, con lo que te ha costado dejártelo largo”, “Tienes un rizo muy bonito” y otras cosas por el estilo. Y debían de ser verdad, porque yo no era lo que se dice un buen cliente. Ni mechas, ni peinados, ni alisados ni nada de nada. Simplemente lavar y sanear, dos veces al año.
El día que me lo corté, todas las peluqueras y mujeres que estaban en la peluquería se congregaron alrededor, para ser testigos del acto de descoletado. La peluquera agarró la coleta con la mano izquierda y, con un corte certero, seccionó el amasijo de pelo cerca de la coronilla. Y me lo enseñó, como el que enseña un trofeo. Alguna hasta aplaudió emocionada. Después de cuatro años, no me encontré tan diferente.
Este viernes por la tarde me escapé pronto del trabajo, llevaba un par de días un poco mal, con tos de perro y malestar general. Griposo, como estoy ahora escribiendo esto. Y no tenía ganas de estar en la oficina… así que me marché dispuesto a dedicarme una tarde a mí mismo. Peluquería y afeitado. El pelo no me lo cortaba desde principios de Diciembre y no me afeitaba… bueno, desde el día que Huracán me dejó. Así que, entre el malestar general, las greñas afro y la barba de un mes, podría afirmar que no estaba en mi mejor momento.
Me compré cuchillas en una droguería y me metí en la peluquería. Nunca pido hora, no suele hacerme falta, y esta vez no fue diferente… y me tocó esperar. Así que me senté en una butaca y leí sin leer la revista local, hasta que me tocó el turno. Y vino una peluquera nueva a atenderme…
Rubia, pelo liso recogido en una coleta, con dos o tres mechones rebeldes y coquetos evadidos del coletero. Con mechas (se notaba por la raíz más oscura, aunque yo no debería saber estas cosas). Metro sesenta, delgadita y, vista desde atrás, según me conducía donde me lavaría el pelo, con muy buen tipo, intuido a pesar del pantalón amplio y gracias a la camisa rosa chicle corporativa algo ceñida. A destacar: una sonrisa perfecta, blanca y luminosa. Y unos ojos marrones, almendrados y brillantes. No le eché más de 25 años.
Me puso una toalla, y una capa rosa (también corporativa) de esas que evitan que se te llene la ropa de pelos, y me sentó en una silla, indicándome que me echara para atrás y apoyara la cabeza en el lavabo especial para limpiar el pelo (las chicas sabéis a lo que me refiero). Y me lavó el pelo. Esa es una de las operaciones que más me gustan del proceso de ir a la peluquería… ese masaje capilar. Primero lo mojó con agua tibia… y luego me lo enjabonó con sus dedos, presionando sobre el cuero cabelludo, haciendo círculos. Una sensación tremendamente relajante. La escuché reírse… lo que me sacó de mi trance.
– ¿Qué… qué pasa?
– Estabas ronroneando… – y la miré directamente a los ojos brillantes a través del reflejo del espejo.
Tocaba cortar. En ese sentido no soy muy imaginativo. Pelo corto, al dos y al tres, de maquinilla. Lo justo para no tener que peinarme por las mañanas en una buen temporada, y para que, al salir de la ducha, el pelo esté completamente seco. Todo muy práctico. Me pasó la maquinilla mientras hablábamos de todo un poco. Me enteré, por ejemplo, que llevaba cortando el pelo desde los 16 años, y que para ella era especialmente duro lo de trabajar los sábados. Pero que estaba contenta porque esta semana santa libraba… y “Nos vamos a Cuenca”… “¿Nos?” Pensé… ¿El “Nos” significa, mis amigos y yo o significa “Mi novio y yo”? Luego me pareció curioso haber pensado semejante cosa.
– ¿Te vas a afeitar hoy?
– Supongo… ¿Por?
– Por recortarte las patillas… ¿Sabes? Yo a mi padre le igualo la barba con la máquina…
– ¿Puedes hacérmelo?
– Claro, no me cuesta nada…
Y empezó a pasarme la máquina por la barba, dejándomela como si sólo llevara unos días sin afeitarme.
– Así te pareces al Duque.
– ¿A Marichalar? – Único duque que conozco y, la verdad, algo alejado de lo que yo considero un halago.
– No, hombre… al Duque, el de la serie de “Sin tetas no hay paraíso”
– Pues ni idea… es que no veo la tele.
– Es el malo… pero todas las chicas están locas por él.
– Entonces es bueno parecerse a él, supongo.- Lo he mirado por Internet y efectivamente soy clavadito a ese tío… pero visto desde lejos, un día de niebla y por un borracho ciego de un ojo.
Durante la operación de afeitado me di cuenta de dos cosas. La primera, que estoy algo falto de cariño últimamente, porque me encantó que la peluquera pasara su mano por mi mejilla mientras rasuraba. Y, la segunda, que me excitó la cercanía y el contacto con la chica…
Supongo que es normal… ¿No?
Pues a mí no me pasa, un día a ver si me corta el peluquero y te cuento… aunque con la frecuencia con que me corto yo el pelo… vas a tener que esperar unos meses para conocer mi versión. Se me ha escapado una carcajada con lo del ronroneo. A mí también me encanta. Tengo que hacer esfuerzos para no salga el gato (o gata) que hay en mí….
Puestos a elegir, Sr. C., sin duda el Duque, que no veo yo la serie pero sí me llegaron referencias. A este no le puedes reprochar el toque amanerado de Jack y su filosofía de vida (supongo la del título de la serie) seguro es más atractiva que cualquier arenga pirata. A mí no me cortó nunca el pelo un tío estupendo, tendré que cambiar más de peluquería. Un beso. Ana (ex Anadice).
Pat, yo es que tengo mucho de gato (y no lo digo por las uñas)… me gusta estar tumbado todo el día, ronroneo cuando me acarician y soy calentito y mullidito…
Ana, como lo que quiero es ser malo, me va ni que pintado lo de El Duque… por lo que he podido leer, la serie va sobre una red de prostitución y tráfico de drogas… donde El Duque es el jefe pero, y ahí está el contrapunto, está enamorado de la protagonista (que es la que no debe de tener tetas). No sé… ya te digo que no me parezco ni de lejos (yo soy más guapo, donde va a parar).
JAJAJA. Coincido contigo en el lavado de pelo. Es muy relajante… Yo, un día, recién llegado a Jaén desde Madrid y habiendo dormido poco, fui a cortarme el pelo y me quede dormido mientras me lo lavaban, totalmente frito… La peluquera me dejó descanasr unos minutos y me desperté sobresaltado viendo como tanto los clientes como los empleados me miraban divertidos… No se le quitó la sonrisa de la cara durante todo el proceso de corte y, al acabar, me dijo: "tenías muchos nudos en la cabeza, me alegro que te hayas dormido, supone que he hecho bien mi trabajo". No entendí ni papa, pero puse cara de agradecimiento y salí… contento y muy relajado… Ah! y sí es normal, no somos de piedra, amigo… Un abrazo.
Jajajaja!! Sí que relaja el masaje capilar… Y bueno, yo no sé si he llegado a ronronear, pero es verdad que a veces se sale de la peluquería un poco como flotando… Aunque yo cada vez que piso una peluquería nueva… tiemblo… Una vez en Barcelona, me echaron tanta laca que mi pelo parecía un casco… Movía las cejas y se movía entero… Acabé deshaciéndome el peinado… Otra vez otra peluquera en Granada se enfadó conmigo y acabé yo cogiendo las tijeras y cortándome yo misma el flequillo… Y como me gustan los cortes irregulares, "mal hechos" y desorbitados, pues durante años he sido yo mi propia peluquera… Eso sí, la última vez hace un par de meses fui a mi única peluquería de confianza y tenían un nuevo peluquero. Así que puedo decirte que sí que es normal. Un beso! 🙂
Pues, si, bastante normal. Y por cierto, ¿a qué peluquería vas? Jajajajaja. Un abrazo.
… lo preocupante seria que no te pasara nada ….. jejejeje … segun has «dibujado» a la peluquera … y lo de lavar la cabeza te ayudaria a sentirte mas comodo con ella …. o sera el champu …. Buen cambio de peluquero has hecho …
Un abrazo …
Es muy normal lo que te ha pasado, Sr. K. También por que no suele ser muy habitual eso de que a uno le laven el pelo y le masajeen el cuero cabelludo durante un buen rato.
Y me ha hecho mucha gracia lo que cuenta Maria José de que al final, por un enfado, ella misma se cogio las tijeras y se cortó el flequillo… jajjaj… daría lo que fuera por ver la cara de la peluquera.
un saludo, Minea.
No me gusta nada ir a la peluqueria, me pone nerviosa….A lo mejor si mi peluquero se pareciese al Duque y me hiciese un masaje…Que no!!!!
Pero creo que es normal lo que te paso a ti. Le tenias que haber preguntado con quien se iba a Cuenca…Nunca se sabe…
Besitos.
Benno… ponen un negocio de lavado de cabeza y con nosotros se forran! Es que es tannn relajante. Estoy por volver esta tarde otra vez… un abrazo.
Mariajo, eso forma parte del carácter ese que tienes, no? Por cierto, el flequillo entiendo que te lo cortes, pero… ¿Como haces para recortar la parte de atrás? A no ser que sea verdad eso de que te gustan los cortes "irregulares" claro… un besillo.
Johnny, voy a una de mi pueblo… muy cerca del parque… pero si crees que te la voy a decir para que pruebes mi peluquera, andas tú listo… un abrazo.
Español, ahora que llevo el pelo de "chico" otra vez, debería volver a mi antiguo peluquero… pero creo que no lo haré. Es más agradable el trato en mi nueva peluquería… ¿No?
Minea, Mariajo es todo un carácter, debajo de esa apariencia de niña tímida… pero ojo con llevarle la contraria (y con cortarle el pelo)
Pepa, es más fácil que haya peluqueras del tipo que yo digo a peluqueros del tipo "Duque" (y no me refiero a Pedro Duque, que de esos hay muchos menos)… pero si ves alguno, a cortarse el pelo que toca, no? Tienes razón, debería haberle preguntado… no tenía nada que perder. Un beso.
Jejeje, asi que Duque, eh? hombre, yo ya me había acostumbrado a llamarte sr. K, pero…
Yo voy a la pelu una vez, puede que 2, al año, así que aunque me suena lo del masaje capilar vagamente, no recuerdo si ronroneé la última vez. Igual me acerco esta tarde… a mi que me toquen el pelo… en fin.
Un beso, guapo.
PD.- Sin tetas no hay paraíso??? MIERDA!!!!!
No, no… de Duque nada. Me gusta mucho más ser el (original) Sr K, que Duque (Copia). A mí sí me gusta que me toquen el pelo… sobre todo si son las pequeñas y amorosas manos de mi peluquera…
Y a eso de las tetas no le hagas mucho caso… siempre se puede poner relleno…
Beso
A que no sabes dónde he ido esta tarde… no, hombre, a corporación dermoestética no, a la pelu [;)]
Y a que no sabes de quién me he acordado… [:D]
Besos, guapo.
¿Mechas o permanente?
Jajaja, el masajillo cuando te lavan la cabeza es lo mejor de la visita a la peluquería, a mí me encanta que me toquen el pelo. En la pelu nunca me he quedado sopa pero sí en el sofá después de una sesión de mi madre…jajaja. Un besazo, Sr. C.
Con decirte, Elisa, que ya estoy deseando que llegue el mes que viene para cortármelo otra vez…
lo que te ha pasao es normal pero lo de ronronear eso es cosa que pones tú de tu parte, una cosa es qeu te guste y otra ronronear, eso lo hacías pa ligar… jeej, anda que no se te nota el arte, caradura. besos que se trata de irse a cenar y con las cosas de comer en mi casa no se juega.. besos( desde buenos aires, te tengo abandonao)mañana me leo los demás desde este….